Por primera vez en España se utiliza un niño-medicamento
producido por fecundación in vitro, para ser utilizado como donante de
células madre para tratar a su hermana, que padece una
grave enfermedad de la sangre. La noticia que ha sido
presentada como muy positiva, encierra, sin embargo,
graves dificultades éticas.
producido por fecundación in vitro, para ser utilizado como donante de
células madre para tratar a su hermana, que padece una
grave enfermedad de la sangre. La noticia que ha sido
presentada como muy positiva, encierra, sin embargo,
graves dificultades éticas.
Provida Press nº246 9 de marzo de 2007
En este caso en concreto se trata de una pareja de
41 años, el marido y 39 la mujer, de Tenerife (España),
que tienen una hija de 14 años que padece una
talasemia mayor, enfermedad de la sangre que requiere
para su tratamiento de un trasplante de células madre, pues si no la
supervivencia de estos pacientes difícilmente supera los 30 años.
En el momento actual, la talasemia se trata paliativamente con
trasfusiones repetidas de sangre, pues la médula ósea de la paciente es
incapaz de generar hematíes con hemoglobina sana para que pueda
trasportar adecuadamente el oxígeno a los tejidos. Este tratamiento tiene el
inconveniente de que introduce grandes cantidades de hierro en el
organismo del enfermo, que a la larga suele tener desastrosos efectos
secundarios. Por ello, estos pacientes se tratan con trasplantes celulares,
que pueden ser de médula ósea o de cordón umbilical de otra persona, pero
también se puede utilizar la sangre de cordón umbilical de un hermano que
no padezca la enfermedad y sea inmunológicamente compatible con el
enfermo. Como tratamiento alternativo se puede utilizar la sangre de
cordón umbilical de un hermano, sano y compatible, producido por
fecundación in vitro, el llamado bebé o niño-medicamento.
Para intentar curar a su hija enferma, el matrimonio en cuestión, se
sometió en noviembre de 2004 a un tratamiento de fecundación in vitro en
el “Reproductive Genetic Institute de Chicago”, tras dos intentos previos
fallidos. En el primero de ellos, en 2003, se produjeron 18 embriones, pero
ninguno de ellos estaba libre de la enfermedad de sus padres, además de
ser compatible con la sangre de la hermana enferma. En el segundo intento,
realizado en 2004, se produjeron 10 embriones, de los cuales solamente
uno era sano y compatible, que fue trasferido a su madre, pero que no se
consiguió que se implantara. En el tercer intento, el de noviembre de 2004,
se produjeron 10 embriones. De ellos sólo dos estaban libres de la
enfermedad de sus padres y tenían la sangre compatible con la de su
hermana. Fueron trasferidos y uno de ellos logró implantarse,
consiguiéndose que en agosto de 2005 naciera el niño, en este caso, niña9
medicamento, guardándose congelada sangre de su cordón umbilical. Al
año siguiente esta sangre fue trasferida a la hermana enferma. Después de
un duro tratamiento con quimioterapia, a los tres meses de hospitalización
se le pudo dar de alta para que pudiera trasladarse a su domicilio. A pesar
de la buena evolución actual de la paciente, aún deben transcurrir varios
años para saber si se produce el temido rechazo o lo que es peor, la grave
enfermedad ocasionada por la reacción de la médula ósea transplantada
contra el niño que la recibe.
Presentado el caso parece conveniente un breve comentario ético.
Con independencia del largo y dificultoso proceso clínico, que de
ninguna forma asegura la curación de un paciente en concreto, la
utilización de niños-medicamento tiene tres dificultades éticas concretas:
1) Utiliza la fecundación in vitro que por sí misma ya presenta
objetivas dificultades morales.
2) Se producen niños, cuya finalidad es ser utilizados como material
biológico para tratar a otro niño. En este caso un hermano. Este concepto
de niño producido no parece compatible con la dignidad del ser humano,
que siempre debe ser concebido como consecuencia de un acto de amor de
sus padres y únicamente pensando en su propio bien. En este momento no
podemos profundizar más en este aspecto.
3) Finalmente, parece éticamente difícil admitir una técnica, que
para ser exitosa requiere la pérdida de un elevado número de vidas
humanas embrionarias. En este caso concreto se utilizaron 38 embriones
(18 en el primer intento y 10 en el segundo y tercero) para producir la niña medicamento.
No se si se puede considerar aceptable que para producir un
bebe-medicamento se hayan tenido que destruir 37 embriones, asimismo
humanos.
Pero considerado esto, se puede plantear la siguiente pregunta: Si no es
éticamente admisible la creación de niños-medicamento ¿cómo se puede
tratar al niño enfermo? ¿hay que dejar irremisiblemente que muera?.
En el momento actual, el tratamiento de estos niños se puede
conseguir utilizando células madre de cordón umbilical de otro niño, que
tenga las características biológicas de idoneidad que este tipo de trasplante
requiere. Para conseguir este objetivo lo ideal es promover bancos públicos
de cordones umbilicales, en donde se puedan encontrar las muestras de
sangre necesarias para tratar a cualquier enfermo. Este es el objetivo a
conseguir y hacia ello parece que en este momento camina la sociedad.
JUSTO AZNAR
41 años, el marido y 39 la mujer, de Tenerife (España),
que tienen una hija de 14 años que padece una
talasemia mayor, enfermedad de la sangre que requiere
para su tratamiento de un trasplante de células madre, pues si no la
supervivencia de estos pacientes difícilmente supera los 30 años.
En el momento actual, la talasemia se trata paliativamente con
trasfusiones repetidas de sangre, pues la médula ósea de la paciente es
incapaz de generar hematíes con hemoglobina sana para que pueda
trasportar adecuadamente el oxígeno a los tejidos. Este tratamiento tiene el
inconveniente de que introduce grandes cantidades de hierro en el
organismo del enfermo, que a la larga suele tener desastrosos efectos
secundarios. Por ello, estos pacientes se tratan con trasplantes celulares,
que pueden ser de médula ósea o de cordón umbilical de otra persona, pero
también se puede utilizar la sangre de cordón umbilical de un hermano que
no padezca la enfermedad y sea inmunológicamente compatible con el
enfermo. Como tratamiento alternativo se puede utilizar la sangre de
cordón umbilical de un hermano, sano y compatible, producido por
fecundación in vitro, el llamado bebé o niño-medicamento.
Para intentar curar a su hija enferma, el matrimonio en cuestión, se
sometió en noviembre de 2004 a un tratamiento de fecundación in vitro en
el “Reproductive Genetic Institute de Chicago”, tras dos intentos previos
fallidos. En el primero de ellos, en 2003, se produjeron 18 embriones, pero
ninguno de ellos estaba libre de la enfermedad de sus padres, además de
ser compatible con la sangre de la hermana enferma. En el segundo intento,
realizado en 2004, se produjeron 10 embriones, de los cuales solamente
uno era sano y compatible, que fue trasferido a su madre, pero que no se
consiguió que se implantara. En el tercer intento, el de noviembre de 2004,
se produjeron 10 embriones. De ellos sólo dos estaban libres de la
enfermedad de sus padres y tenían la sangre compatible con la de su
hermana. Fueron trasferidos y uno de ellos logró implantarse,
consiguiéndose que en agosto de 2005 naciera el niño, en este caso, niña9
medicamento, guardándose congelada sangre de su cordón umbilical. Al
año siguiente esta sangre fue trasferida a la hermana enferma. Después de
un duro tratamiento con quimioterapia, a los tres meses de hospitalización
se le pudo dar de alta para que pudiera trasladarse a su domicilio. A pesar
de la buena evolución actual de la paciente, aún deben transcurrir varios
años para saber si se produce el temido rechazo o lo que es peor, la grave
enfermedad ocasionada por la reacción de la médula ósea transplantada
contra el niño que la recibe.
Presentado el caso parece conveniente un breve comentario ético.
Con independencia del largo y dificultoso proceso clínico, que de
ninguna forma asegura la curación de un paciente en concreto, la
utilización de niños-medicamento tiene tres dificultades éticas concretas:
1) Utiliza la fecundación in vitro que por sí misma ya presenta
objetivas dificultades morales.
2) Se producen niños, cuya finalidad es ser utilizados como material
biológico para tratar a otro niño. En este caso un hermano. Este concepto
de niño producido no parece compatible con la dignidad del ser humano,
que siempre debe ser concebido como consecuencia de un acto de amor de
sus padres y únicamente pensando en su propio bien. En este momento no
podemos profundizar más en este aspecto.
3) Finalmente, parece éticamente difícil admitir una técnica, que
para ser exitosa requiere la pérdida de un elevado número de vidas
humanas embrionarias. En este caso concreto se utilizaron 38 embriones
(18 en el primer intento y 10 en el segundo y tercero) para producir la niña medicamento.
No se si se puede considerar aceptable que para producir un
bebe-medicamento se hayan tenido que destruir 37 embriones, asimismo
humanos.
Pero considerado esto, se puede plantear la siguiente pregunta: Si no es
éticamente admisible la creación de niños-medicamento ¿cómo se puede
tratar al niño enfermo? ¿hay que dejar irremisiblemente que muera?.
En el momento actual, el tratamiento de estos niños se puede
conseguir utilizando células madre de cordón umbilical de otro niño, que
tenga las características biológicas de idoneidad que este tipo de trasplante
requiere. Para conseguir este objetivo lo ideal es promover bancos públicos
de cordones umbilicales, en donde se puedan encontrar las muestras de
sangre necesarias para tratar a cualquier enfermo. Este es el objetivo a
conseguir y hacia ello parece que en este momento camina la sociedad.
JUSTO AZNAR
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