A la 5.15 de la mañana del lunes 11 de junio, fallecía D. José Meroño, sacerdote de 84 años. Era un hombre paciente y afectuoso. Era la alegría de una residencia de jóvenes profesionales. Allí le visitaban muchas decenas de personas y sus amigos, como D. Antonio Cabrera y D. Rafael Bujaldón. Granada ha sido su pequeña patria durante 34 años. Escuchaba la radio y seguía el fútbol de los domingos. Como buen murciano preguntaba: "Oye y el Murcia,
¿sube? ¿Cuanto le falta?" Al final el Murcia ascendió a primera hace unas semanas pero él ascendió a la liga definitiva hace unos días. Hombre bueno y santo ascendió al encuentro con Dios, verdadera y definitiva patria.
Su vida comenzaba en 1922 en Los Martínez, un pequeño barrio anejo a la capital murciana. Su padre era agricultor. Entre almendros y frutales decide estudiar la carrera de Filosofía "porque le daba respuestas que otras carreras no se hacían". Así, a los 21 años se doctora en esa carrera humanística."Y como pensé que la filosofía me daba para comer, pero no para cenar, comencé a trabajar en un banco". Estuvo varios años de empleado bancario, hasta que un buen día Dios le llama al sacerdocio. Entonces marcha a Roma y pasa unos años junto a San Josemaría Escrivá, que se divertía al verle bailar claqué. "Meroño meroño... caramba, caramba...", le decía simpáticamente el fundador de la Obra al ver chisquear su zapatos con agilidad y pillería. Es el año 1955. En agosto se ordena sacerdote en la misma promoción que Javier Echevarría, actual prelado del Opus Dei. "Aquel día, -rememoraba- como estábamos varios que nos hacíamos sacerdotes, había cierto desorden. Yo era el mayor en edad y al llegar el último a la
sacristía cogí un alba para revestirme. Resulta que era el alba de tela que había elaborado una madre de otro que se ordenaba. Así, que al verme salir, aquella buena señora y madre dijo refiriéndose a mi: ¿pero quien es ese hombre gordito y viejo que lleva el alba de mi hijo...?".
Tras Roma, marcha a Estados Unidos. Vive en Washington durante los años 60. "En esa época -recuerda al otro lado del Atlántico John Debicki- intentaba enseñarnos los conceptos filosóficos clásicos y en boga. Se esforzaba en su inglés y, cuando nos distraíamos en clase, claqueaba para llamar la atención y despertarnos del sueño...". "Era muy simpático -recuerda otro miembro del
Opus Dei-. Recuerdo que desarrolló un apostolado muy extenso y fraternal con amigos sacerdotes, especialmente en Baltimore, en la costa este americana".
Pero si algo llamaba la atención del D. José era las horas que pasaba en el
confesionario. A su regreso de Estados Unidos y unos breves años en Puerto Rico (donde comienza la labor estable del Opus Dei) aterriza en Granada. En la ciudad de la Alhambra vive los 34 últimos años "Ya con estos casi 85 años -tres meses menos que yo (apunta Cayetano Burgos)- estaba casi ciego.
Sin embargo hasta los últimos días y hasta que la enfermedad se lo impidió, acudió a confesar a la iglesia de San Antón. Allí muchas personas iban y recibían su serenidad pues era buen confesor, consejero y santo", apunta Cayetano. "También en su casa lo visitábamos con frecuencia. Su habitación era tan pequeña que parecía una celda: un armario, una cama y una mesita.
Allí tenía unas lupas grandes que le habían proporcionado desde la O.N.C.E pues, al final de su vida, se iba quedando ciego. Como la ventana daba a un patio interior hacia calor. En fin, en tan poco espacio estábamos, pero el espacio era lo de menos, pues lo importante es que estaba él, y él con Dios".
Finalmente, los últimos días los pasó en el Clínico de San Cecilio, acompañado por muchas personas que se turnaban para devolverle en vida lo que la muerte se llevaba: gratitud. "Musitaba avemarías con la respiración ahogada. No se quejaba de los fuertes dolores", señala Lourdes Nievas.
También en el Clínico recibió unas letras personales de Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei. Era una carta muy cariñosa donde le animaba a ofrecer los dolores por el bien de la Iglesia. El lunes 11 de junio, tras una vida dedicada a Cristo fallecía en el hospital. En todos esos días no faltaron flores frescas en su habitación.... y la sonrisa de Dios en el fondo de su alma.
Por Ismael Martínez Sánchez
¿sube? ¿Cuanto le falta?" Al final el Murcia ascendió a primera hace unas semanas pero él ascendió a la liga definitiva hace unos días. Hombre bueno y santo ascendió al encuentro con Dios, verdadera y definitiva patria.
Su vida comenzaba en 1922 en Los Martínez, un pequeño barrio anejo a la capital murciana. Su padre era agricultor. Entre almendros y frutales decide estudiar la carrera de Filosofía "porque le daba respuestas que otras carreras no se hacían". Así, a los 21 años se doctora en esa carrera humanística."Y como pensé que la filosofía me daba para comer, pero no para cenar, comencé a trabajar en un banco". Estuvo varios años de empleado bancario, hasta que un buen día Dios le llama al sacerdocio. Entonces marcha a Roma y pasa unos años junto a San Josemaría Escrivá, que se divertía al verle bailar claqué. "Meroño meroño... caramba, caramba...", le decía simpáticamente el fundador de la Obra al ver chisquear su zapatos con agilidad y pillería. Es el año 1955. En agosto se ordena sacerdote en la misma promoción que Javier Echevarría, actual prelado del Opus Dei. "Aquel día, -rememoraba- como estábamos varios que nos hacíamos sacerdotes, había cierto desorden. Yo era el mayor en edad y al llegar el último a la
sacristía cogí un alba para revestirme. Resulta que era el alba de tela que había elaborado una madre de otro que se ordenaba. Así, que al verme salir, aquella buena señora y madre dijo refiriéndose a mi: ¿pero quien es ese hombre gordito y viejo que lleva el alba de mi hijo...?".
Tras Roma, marcha a Estados Unidos. Vive en Washington durante los años 60. "En esa época -recuerda al otro lado del Atlántico John Debicki- intentaba enseñarnos los conceptos filosóficos clásicos y en boga. Se esforzaba en su inglés y, cuando nos distraíamos en clase, claqueaba para llamar la atención y despertarnos del sueño...". "Era muy simpático -recuerda otro miembro del
Opus Dei-. Recuerdo que desarrolló un apostolado muy extenso y fraternal con amigos sacerdotes, especialmente en Baltimore, en la costa este americana".
Pero si algo llamaba la atención del D. José era las horas que pasaba en el
confesionario. A su regreso de Estados Unidos y unos breves años en Puerto Rico (donde comienza la labor estable del Opus Dei) aterriza en Granada. En la ciudad de la Alhambra vive los 34 últimos años "Ya con estos casi 85 años -tres meses menos que yo (apunta Cayetano Burgos)- estaba casi ciego.
Sin embargo hasta los últimos días y hasta que la enfermedad se lo impidió, acudió a confesar a la iglesia de San Antón. Allí muchas personas iban y recibían su serenidad pues era buen confesor, consejero y santo", apunta Cayetano. "También en su casa lo visitábamos con frecuencia. Su habitación era tan pequeña que parecía una celda: un armario, una cama y una mesita.
Allí tenía unas lupas grandes que le habían proporcionado desde la O.N.C.E pues, al final de su vida, se iba quedando ciego. Como la ventana daba a un patio interior hacia calor. En fin, en tan poco espacio estábamos, pero el espacio era lo de menos, pues lo importante es que estaba él, y él con Dios".
Finalmente, los últimos días los pasó en el Clínico de San Cecilio, acompañado por muchas personas que se turnaban para devolverle en vida lo que la muerte se llevaba: gratitud. "Musitaba avemarías con la respiración ahogada. No se quejaba de los fuertes dolores", señala Lourdes Nievas.
También en el Clínico recibió unas letras personales de Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei. Era una carta muy cariñosa donde le animaba a ofrecer los dolores por el bien de la Iglesia. El lunes 11 de junio, tras una vida dedicada a Cristo fallecía en el hospital. En todos esos días no faltaron flores frescas en su habitación.... y la sonrisa de Dios en el fondo de su alma.
Por Ismael Martínez Sánchez
2 comentarios:
Me ha gustado el articulo sobre mi tio-abuelo Don Jose Meroño. Yo estuve con él en el hospital San Cecilio de Granada junto con mi madre y mi tia en sus ultimos momentos. Ahora tengo un "enchufe" en el cielo. Se fue un Santo y un Genio. Un saludo desde Murcia.
Don José ha sido todo un modelo de sacerdote, seguro que desde el Cielo sigue consiguiendo vocaciones.
Un saludo para tí, Pedro.
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