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viernes, 13 de abril de 2007

La masoneria

¿Es cierto que existe una
conspiración masónica? ¿Católico y masón, compatible? ¿El Parlamento Europeo
está dominado por masones? Son preguntas que el profesor Manuel Guerra,
autor de veinticinco libros sobre sectas y otras cuestiones, se ha formulado
y intenta responder en las 444 páginas de «La trama masónica», de Styria
Ediciones.

Manuel Guerra Gómez (Villamartín de Sotoscueva, 1931) es doctor en filología
clásica y en teología patrística y miembro de la Real Academia de Doctores
de España.

El profesor Guerra ha sido presidente de la Facultad de Teología del Norte
de España, sedes de Burgos y Vitoria.

«El método masónico, íntimamente unido al laicismo, refleja el relativismo
historicista y conduce al relativismo socio-cultural promoviéndolo», afirma
a Zenit.

--La famosa conspiración masónica con el poder, ¿es un tópico?

--Guerra: Hay que distinguir entre masonería y masones. La masonería en
cuanto tal y en teoría no aspira a poseer el poder o, al menos, a tenerlo al
servicio de sus principios e intereses.

Pero, de hecho, los masones están presentes en casi todos los organismos
internacionales decisorios y en las multinacionales de poder económico y
político.

Es lógico que traten de hacer presentes sus principios ideológicos
(relativismo, laicismo, gnosis) dondequiera que se hallen y desde sus
puestos hacia fuera por irradiación.

Además, en el mundo anglosajón y en los países nórdicos, en Turquía, etc.,
no es que aspiren a tener el poder, es que son el poder.

Así ocurre cuando el rey es el Gran Maestro de la Gran Logia Unida de
Inglaterra (GLUI) y de las más de 150 Grandes Logias (una en cada nación, en
EE-UU una en cada Estado). En el año 1995, la GLUI contaba con 750.000
miembros en 8.000 logias de todo el mundo.

Además, como impera el secreto, no hay modo de precisar dónde actúan y hasta
dónde llega su influjo directo, mucho menos el indirecto.

El gobierno de Tony Blair ha impulsado un movimiento que reclama la
obligación de los masones a declarar su pertenencia a la masonería, sobre
todo si son funcionarios del Estado, especialmente en la judicatura y en la
policía. Es encomiable la respuesta de más de 1.400 jueces ingleses que han
declarado voluntariamente su afiliación a la masonería. Evidentemente son
muchos más.

Tras el affaire de la logia encubierta P2 (Licio Gelli) los funcionarios
italianos en determinados ámbitos de la administración pública, si son
masones, están obligados a declararlo o, en caso contrario, se exponen a
perder su puesto (ley del año 1983 de la región de Toscana con Florencia
como capital).

--El famoso 60% de masones en el Parlamento Europeo, ¿es un dato cierto?

--Guerra: Este porcentaje o uno similar es el asignado por Josep Corominas,
Gran Maestro de la Gran Logia de España (GLE) hasta marzo del 2006. El 9 de
febrero de 2007 ha abandonado la GLE aunque afirma seguir siendo masón y
desea ser considerado como tal.

¿Una nueva escisión y Obediencia masónica o su incorporación a otra de las
ya existentes? De hecho todas las propuestas cuestiones familiares,
bioéticas, en disenso con la doctrina de la Iglesia e incluso con la ley
natural han sido aprobadas por el Parlamento Europeo. Recuérdese también el
caso del italiano Rocco Buttiglione rechazado por la mayoría laicista.

--En Roma se acaba de celebrar un congreso en el que se recuerda la
incompatibilidad entre catolicismo y masonería, pero se invita a dialogar
con los masones en asuntos socio-culturales. ¿Cómo se hace eso?

--Guerra: A pesar de la incompatibilidad objetiva entre la masonería y el
catolicismo los católicos pueden dialogar con los masones en varios planos,
no en el que la Santa Sede, consciente de los riesgos, se ha reservado como
competencia exclusiva suya: «No le compete a las autoridades eclesiásticas
locales pronunciarse sobre la naturaleza de la asociaciones masónicas con un
juicio que implique la derogación de cuanto ha sido establecido arriba»
(Declaración sobre las asociaciones masónicas, 26.XI. 1983; AAS 76, 1984,
página 100).

Además conviene tener en cuenta la realidad y las consecuencias del secreto
masónico. ¿Cómo dialogar con alguien que está enmascarado? No obstante,
puede dialogarse en asuntos socio-culturales. Las religiones y las
ideologías terminan por formar y conformar su respectiva cultura, si bien
siempre hay una base común.

El cultural, al menos en teoría, es un sector más fácil para el diálogo que
el específicamente religioso e ideológico. Resulta más cómodo enhebrar el
diálogo intercultural (sobre el hambre, la alfabetización, la ecología, la
sanidad, la globalización, etc.) que el interreligioso.

Pero, hasta en este terreno, el diálogo con la masonería encuentra serias
dificultades, pues el laicismo masónico, abierta o solapadamente, pretende
arrinconar lo específicamente religioso, lo que no sea común a todas las
religiones y éticas, encerrándolo como en «arresto domiciliario» en el foro
de la conciencia individual y dentro de los templos.

Por eso, procura borrar las huellas socio-culturales cristianas en los
países tradicionalmente cristianos, por ejemplo los «belenes» o
representaciones del misterio navideño y su simbología (estrellas con o sin
figuras de los Magos, incensarios) en las calles durante la Navidad, etc.).

--¿Es la masonería un substituto de la religión?

--Guerra: La masonería, en sintonía con uno de sus productos: New Age o
Nueva Era, prefiere usar «espiritualidad», término de resonancias más
subjetivistas, en vez de «religión».

Los masones, sobre todo si se dicen cristianos, niegan que la masonería sea
religión. Si lo afirmaran, reconocerían su pertenencia a dos religiones: la
católica y la masónica.

Pero, de hecho, al menos para muchos, especialmente para los masones
agnósticos, deístas, es un substituto de la religión. Más aún, la masonería
es llamada «religión» e incluso «la religión» en escritos masónicos y de los
masones.

--¿Cómo se ha acercado usted a este mundo, si es secreto?

--Guerra: He dedicado muchas horas a estudiar las constituciones, los
reglamentos y los rituales de las distintas Obediencias o federaciones de
logias masónicas, así como a conversar con masones y ex-masones en España y
en México, también a leer libros sobre masonería escritos por masones y por
no masones.

En México, hace unos diez años, permanecí dos veranos hablando diariamente,
sobre masonería, con profesores de sus universidades, masones y no masones.
Dedicaba las tardes a visitar centros de diferentes sectas, algunas
paramasónicas, que solían hallarse en la periferia urbana.

--La masonería, ¿es más un método que un contenido?

--Guerra: El hombre, además de pensar, siente e imagina. Los sentimientos y
las imaginaciones pueden provocar interferencias perturbadoras de la lucidez
mental. No obstante, las ideas y creencias orientan al hombre; los
principios a las instituciones humanas, al mismo tiempo que las conforman.
Pero para alcanzar la meta, es necesario utilizar el «método» adecuado.

Precisamente la etimología griega de esta palabra designa el «camino» (gr.
odós) que debe recorrerse para llegar «más allá» (gr. met'), o sea, a la
meta. En la masonería, su método alcanza la máxima categoría y eficacia,
pues, de hecho, se ha convertido en uno de sus «principios», tal vez el
básico y configurador de los demás.

Precisamente el método masónico es uno de los motivos por el cual la
masonería es incompatible con la doctrina cristiana.

El método masónico, íntimamente unido al laicismo, refleja el relativismo
historicista y conduce al relativismo socio-cultural promoviéndolo.

Alain Gérard, uno de los dirigentes del Gran Oriente de Francia, reconoce
que «la masonería es solamente un método». Según él, un masón puede tener
«opiniones», o sea, creencias propias de una religión determinada, pero el
método masónico le obliga a «poner en cuestión» sus opiniones y a aceptar la
posibilidad de que sean declaradas falsas si son superadas en una síntesis
de razones más sólidas y con el apoyo de la mayoría.

«No existe una verdadera puesta en discusión si previamente se declara que,
sea cual sea el resultado de la discusión, hay puntos en los cuales uno
estará siempre convencido de tener razón», afirma.

De ahí la alergia masónica a los dogmas y a las religiones calificadas de
dogmáticas, reveladas, especialmente a la cristiana.

De ahí también que los masones tienden a considerar la democracia como una
obra de la masonería y al método democrático (aprobación por mayoría de
votos) como algo connatural con lo masónico que lo extiende a todas las
realidades, también a la verdad, al bien, etc.

Precisamente, el actual Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, Jean
Michel Quilardet, en unas declaraciones a «La Voz de Asturias» (20, enero,
2007, Oviedo/España) reconoce: «Se puede pensar que existe una democracia no
laica (= no laicista, no masónica), pero a mi forma de ver y según mi
pensamiento, el laicismo es un avance en la democracia». Consiguientemente
los demócratas, que no son laicistas o masones, si son demócratas, lo son
como de segunda categoría.

--Los masones son una minoría creativa. Los cristianos, ¿también?

--Guerra: Evidentemente los masones no monopolizan la creatividad. Aunque de
signo distinto, corresponde también, en no menor grado, a los cristianos con
la ayuda de la gracia divina y el influjo del Espíritu Santo.

Para comprobarlo basta repasar la historia de la Iglesia y su adaptación
evangelizadora a las circunstancias socioculturales tan cambiantes en los
dos mil años de su existencia. «La mano o el poder de Dios no se ha
recortado» (Is 59,1) en nuestros días.

Cuando hace pocos años Juan Pablo II llamaba a los Movimientos eclesiales
«florecimiento primaveral», «nuevo Pentecostés», «don particular del
Espíritu Santo a la Iglesia en nuestro momento histórico», inicialmente lo
atribuía a su gran bondad.

El bueno, el santo, no ve sino bondad en todo, como el avaro descubre lucro
y el lujurioso, placer sexual.

Cuando tuve que realizar un estudio: «Los movimientos eclesiales en España»
(Real Academia de Doctores de España, «El estado de España», 2005, páginas.
80-94) y descubrí la realidad, quedé impresionado. ¡Qué creatividad la de
los hijos de la Iglesia, movidos e inspirados por el Espíritu Santo, en
nuestros días!

¿Cómo quedarían la Iglesia y el mundo si los Movimientos eclesiales, las
obras docentes y asistenciales, etc., desaparecieran como por arte de
encantamiento, dejando una especie de gigantesco «agujero negro» en la
galaxia eclesial y en la socio-cultural?

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